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Andaba buscando con angustia un rostro en un mar de caras. Pensaba en ocasiones que había encontrado su mirada donde tan sólo unos ojos le devolvían su expresión ausente. Creyó escuchar su voz en cientos de conversaciones,  pero ninguna de ellas le envolvía con la musicalidad de la de ella. Creyó hallarla en charcos y en espejos, en fotografías y risas, en portales que acababan de cerrarse y nubes.

Caminaba perdido en caminos que no había trazado previamente y simulaba encontrar salidas donde los muros de la incertidumbre se levantaban. Esperando un susurro que alimentara los ecos de los sentimientos resguardados intuyó con el alma contraída que apresar su esencia era como pretender plasmar la belleza boreal en una fotografía mal enfocada. Se propuso anclar los recuerdos en lo más profundo de su memoria pero las aguas resbaladizas del olvido lo sumían en imágenes borrosas a las que se aferraba con desesperación.

Trató de evocarla cerrando fuertemente los párpados e imaginó cartas no enviadas en las que volcaba su mirada melancólica. Aspiró el aroma de los libros en los que ella solía encerrarse, pero comenzó a intuir que las brumas de lo que un día fue tangible no tardarían en cubrirlo todo como una tormenta de arena que se llevaría con ella los besos y las caricias. Dejó entonces de buscar entre conversaciones vacías algo que tan sólo llenarían unos labios junto a los suyos y se abandonó, como había aprendido a hacer recientemente, a llorar páginas en las que volcaría, con la tinta amarga de las ausencias, los trazos de palabras que jamás se escurrirían de nuevo entre sus días.

Andaba buscando con angustia un rostro en un mar de caras. Pensaba en ocasiones que había encontrado su mirada donde tan sólo unos ojos le devolvían su reflejo. Creyó escuchar su voz en cientos de conversaciones, pero ninguna de ellas le envolvía con la musicalidad de la de ella.

Caminaba perdido en caminos que no había trazado previamente y simulaba encontrar salidas donde los muros de la incertidumbre se levantaban. Esperando un susurro que alimentara los ecos de los sentimientos resguardados intuyó con el alma contraída que apresar su esencia era como pretender plasmar la belleza boreal en una fotografía mal enfocada. Se propuso anclar los recuerdos en lo más profundo de su memoria pero las aguas resbaladizas del olvido lo sumían en imágenes borrosas a las que se aferraba con desesperación.

Trató de evocarla cerrando fuertemente los párpados e imaginó cartas no enviadas en las que volcaba su mirada melancólica. Aspiró el aroma de los libros en los que ella solía encerrarse, pero comenzó a intuir que las brumas de lo que un día fue tangible no tardarían en cubrirlo todo como una tormenta de arena que se llevaría con ella los besos y las caricias. Dejó entonces de buscar entre conversaciones vacías algo que tan sólo llenarían unos labios junto a los suyos y se abandonó, como había aprendido a hacer recientemente, a llorar páginas en las que volcaría, con la tinta amarga de las ausencias, los trazos de palabras que jamás se escurrirían de nuevo entre sus días.

Mi primera novela

Ya está oficialmente a la venta mi primera novela. Se titula Abril y podéis adquirirla a través de la editorial de la que os publico el enlace. Gracias a todos los que me leéis y a todos los que de alguna u otra forma me habéis ayudado ya que sin vuestra presencia este sueño no habría sido posible…

http://www.obrapropia.com/Libreria/Obra.aspx?id=117