Puertas

Hay puertas enormes que cuesta abrir. Son puertas de miedo con miedo y algo de valor detrás de ellas. Atravesarlas nos hace sufrir y también crecer. Son puertas con decisiones tras ellas, difíciles, de paso incierto. Puertas donde caben planetas y edades, glaciaciones y erupciones volcánicas de vidas nuevas. Existen estas puertas porque ante nosotros debe haber más aprendizaje que detrás nuestro. Puertas que debemos atravesar o permanecer inmóviles convertidos en estatuas de sal. Existen estas puertas que no atravesamos solos, que nos ayudan, que quizás no aguardan, mientras esperamos paralizados al otro lado, mientras esperamos paralizados, mientras esperamos. Y en el momento justo estas puertas hacen de nuestro reflejo un gigante y al cabo somos fuertes como un torrente y podemos decir, debajo de cualquier cielo, que nos hicieron vivir.

Lecciones

Me dijeron aprende pero se olvidaron de enseñarme. Que obedezca y que busque algo que ellos llaman felicidad. Que se compra en escaparates y que es con la que se comercia en las televisiones. No te olvides de los sueños, lucha, camina. Corre, atrapa el momento. Y el momento se escapa y el momento se mide en años y el momento nos lleva a todos al mismo sitio. Me dijeron compra y traiciona y di lo que sientes pero no lo hagas en voz alta. Por si alguien te sorprende diciendo la verdad. Escóndete. Di que eres feliz, no dejes que nadie vea tus lágrimas más oscuras. Las que te emborronan las pestañas. Me dieron lecciones para vivir pero se olvidaron de explicarme qué era eso. Por eso me cuesta tanto andar despacio cuando todos van deprisa. Por eso se llena mi mañana de saludos vacíos, por eso llamamos amistad a pulsar una tecla en un ordenador frío. Pero yo quiero rebelarme, dejar de ser inerte, perseguir y alcanzar al ritmo que me dicte mi enfermedad, algo de mi salud, mi condición, ser diferente, ser raro, explotar en carcajadas en medio de una conversación, vivir, vivir, vivir hasta que me muera. Y que la muerte me sorprenda amando y que yo, que nací en una fotografía en blanco y negro, deje a mi paso toneladas de color. Que no digan de mí los que a mi ventana se asoman que no amé, que no salté al vacío, que no soñé.

Soy octubre

Soy el reflejo cóncavo en la pantalla apagada de tu televisor. El borracho de sol tendido en la acera con los pies helados sobre el bordillo. La ventana por la que asoma la sombra alegre de las nubes que se acercan. Soy gotas y gotas de rocío de los primeros fragmentos de día sobre la hierba de los campos. Me aproximo a ti, susurrando muy serio serenas sendas, o la brisa que nos hace uno. Mendigo con ropa aparente, la página perdida de mi libro cada noche, el cristal roto de la ventana en el edificio abandonado. Soy el gato curioso que busca dentro de tu bolso y que espera, paciente, algo que salga de la nevera. Una mancha de café sobre el mantel o el sonido alegre de la cafetera. Aquel que te despierta y te ofrece una sinfonía inexperta de caricias y tiene miedo de perder la mirada, como si hubiera algo más que ver en esta vida que no sean tus pestañas. Soy el tintineo animado de la lluvia sobre mis rejas. Soy aquel que te llama y soy octubre que te ama.