Mañana en soledad…


Su presencia lamía todos y cada uno de los rincones de la casa en el aromático arte de la presencia intuida. Aparecía, verde y serena, su mirada de cristales hechiceros que me devolvía los brillos de silencios pasados al calor de una caricia.
Me dejaba arrastrar por los pasillos y estancias, contemplando en la quietud de las paredes cada uno de sus puntos suspensivos, de sus parpadeos, de sus sonrisas abandonadas en cualquier parte de mi piel. Me paseaba rozando con mis dedos cada una de las cosas que contenían reminiscencias de páginas leídas, de recuerdos, de ecos tibios.
Y ahora camino entre habitaciones de sábanas desordenadas y cafeteras medio llenas. Entre ropa abandonada y notas de la mañana. Y el sol, que penetra con susurros paralelos y anaranjados, es cómplice de la noche pasada, de los lentos párrafos de amor sedoso y de sus oníricas confusiones.
Queda la casa más que vacía, queda desolada sin su aliento. Las cosas, inertes espíritus de su calor, añoran cada nota de su risa que, en sinfonía infantil, inundara todo tan sólo para mi lengua insaciable.
Y en el reloj las manecillas invierten su sentido y el tiempo no transcurre en su ausencia, sino que inicia una cuenta atrás en busca de su presencia que se ofrece seductora y que huele a tierra mojada y sabe a hierba buena. Y en mis pupilas los ecos de las suyas, en mis oídos los suspiros de sus labios, en mis manos la suavidad de sus curvas y en la boca cálidas palabras que derramar sobre su cuerpo. Mientras tanto, las paredes de la casa me devuelven la voz entornada y lastimera de la mañana en soledad.

Un comentario en “Mañana en soledad…

  1. Tus palabras resbalan por mi mente como la seda y a la vez se anudan en mi memoria y da rojo a los recuerdos de su presencia, de su ausencia.
    Ha sido genial leer unos sentimientos tan tuyos, tan suyos, tan mios, tan vuestros, tan nuestros.
    Un abrazo escritor

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